Instruido en el arte de la esgrima por su padre (quien le enseñó a manejar el acero con la mano izquierda, lo que le conferiría una indudabel ventaja sobre los demás esgrimistas), Edoardo Mangiarotti debutó profesionalmente con sólo diecisiete años, en los Juegos de Berlín de 1936, junto a la selección italiana de espada, que se adjudicó la medalla de oro.
Desgraciadamente, el estallido
de la Segunda Guerra Mundial fue causa de que Mangiarotti tuviera que
esperar hasta los Juegos de Londres de 1948 para proseguir su fulgurante
carrera. En Londres se hizo con dos medallas de oro en florete y espada
y una de bronce en espada individual. En las siguientes Olimpiadas,
Helsinki '52, ganó dos medallas de oro en espada y dos en florete, en un
momento glorioso que tuvo su continuación en Melbourne '56, cuando el
italiano se llevó a casa dos oros y un bronce.
En
1960, tras los Juegos de Roma, en los que puso el colofón a su carrera
con una medalla de oro y otra de plata, se retiró de la competición,
pero permaneció en el mundo de la esgrima en calidad de juez; fue
también secretario general de la Federación Internacional de Esgrima
(FIE), y escribió un manual de instrucciones para su disciplina,
titulado La Vera Scherma (1966).
Mario Favio, estrella de oro mérito, deportivo dijo de él:
Edoardo Mangiarotti ha sido uno de los campeones del deporte más grandes de todos los tiempos. No hay nadie con más medallas que él. Él siempre se prodigaba por sus compañeros de escuadra. Daba lecciones de esgrimas a aquellos compañeros que no podían permitirse un maestro".
Mario Favio, estrella de oro mérito, deportivo dijo de él:
Edoardo Mangiarotti ha sido uno de los campeones del deporte más grandes de todos los tiempos. No hay nadie con más medallas que él. Él siempre se prodigaba por sus compañeros de escuadra. Daba lecciones de esgrimas a aquellos compañeros que no podían permitirse un maestro".
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